Campo De Girasoles
Casa Mush
Los ojos de la mujer eran como dos soles diminutos, fundiendo el universo entero en su iris dorado.
En su mirada ardía la energía del sol, un resplandor cálido que iluminaba los recovecos más oscuros del alma.
En su fulgor danzaban destellos de esperanza y misterio, atrapando al observador en un éxtasis de admiración y fascinación.
Cada parpadeo era un amanecer, cada mirada un atardecer, y en su profundidad se perdían los sueños, entretejiéndose con los destellos de un sol perpetuo.