La Cereza Del Pastel
Emiliano
Nuestra pieza faltante...
Bajo el dosel celeste del cielo matutino, los susurros del viento tejían un himno de bienvenida mientras las aguas bautismales acariciaban los pies descalzos de Emiliano.
La luz dorada del sol, como un cálido abrazo divino, danzaba sobre su rostro infantil, mientras el río, testigo de siglos de historias, se ofrecía como santuario.
En el eco de las oraciones, las risas de los ángeles parecían danzar entre los juncos, bendiciendo este momento de pureza y renovación, donde el alma del niño se sumergía en el misterio del amor eterno.